En el corazón del movimiento “Bloqueen todo”: “Esta vez, basta de quejas, hay que golpear fuerte”
El movimiento "Bloquearlo todo" aspira a paralizar Francia a partir del próximo miércoles. Pero le cuesta organizarse. Un vistazo al interior de una asamblea militante tan confusa como explosiva. Reportaje de Joëlle Meskens para el periódico belga "Le Soir".
La sala, ubicada en la primera planta de un pequeño complejo asociativo y sindical, pronto se quedó pequeña. Bajo el falso techo, resonaban gritos. "¡Doblemos las mesas, ahorraremos espacio!", gritó uno de los activistas mientras decenas de personas entraban en tropel. "¡Salgamos!", resolvió finalmente la asamblea, abrumada por el éxito de un mensaje publicado en Telegram unos días antes. Había "babyboomers" allí, como diría François Bayrou , y también jóvenes, gente que se conocía poco o nada. Unas cincuenta personas con un único deseo esa noche en el centro de Alençon, ciudad de 55.000 habitantes, en el departamento de Orne, a dos horas y media al oeste de París: "bloquearlo todo" el miércoles 10 de septiembre.
Uno lleva un chaleco fluorescente. Alguien le grita: "¿Te pusiste el chaleco amarillo?". "Sí, me equivoqué seis años", ríe este cuarentón. Sin embargo, el ambiente no es precisamente relajado. La presencia de la prensa electriza al grupo de inmediato. Uno: "¡Tenemos que sacarlos o no hablaremos!". Otro: "¡Los medios nos van a traicionar otra vez!". Un tercero: "¿Pensé que esta asamblea era abierta a todos?". Hay que calmar la desconfianza. Sin fotos, sin nombres, prometen. Se vota a mano alzada. Un buen tercio exige una sesión a puerta cerrada.
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Courrier International